Nuestro límite para sentir placer es bajo y condicionado, hay mucha represión con respecto a la libertad de sentir placer.
Represión del placer: una vieja historia que está muy presente
Las religiones vetan el placer desde tiempos ancestrales y cargamos con una vieja historia de represión del placer que opera silenciosa.
Sin embargo, nuestra naturaleza es sentir placer y nuestra energía sexual nos invita a sentirlo.
El peso del control
Gastamos un montón de energía para controlar los impulsos que nos invitan a sentir placer y esto ocurre muchas veces de forma inconsciente.
Los hombres cargan con el peso de controlar sus eyaculaciones, sus erecciones, su pulso sexual fogoso.
Las mujeres cargan con creencias y condicionamientos que la alejan de su propia sexualidad, de su capacidad multiorgásmica, con el temor a ser vista como putas, como demasiado ligeras, como si ser muy sexual no fuera bueno.
Reprimir el placer, es reprimir nuestra esencia y poder interior.
Una tarea pendiente
Es una tarea pendiente reconciliarnos con el placer.
Permitirnos sentir placer sin condiciones, sin controlarnos, nos cuesta mucho y para que esto ocurra necesitamos confiar. Confiar en el otro, confiar en nosotros mismos, confiar en la energía sexual.
Un acto sanador
Entregarnos, abandonarnos en el placer, rendirnos antes esa fuerza enorme que nos invita a dar un paso hacia otra forma de experimentarnos, es sanador, liberador y empoderador.
Tiempo de retomar tu poder
Retoma tu poder, permite que el placer se exprese libremente siendo quien realmente eres. Se que no siempre es fácil pero iniciar el camino de reconciliación con tu forma natural de sentir placer es algo que te debes a ti mismo.